Higuaín es el principal sospechoso

**Admin** Mar 24 Ene 2012 - 22:44

CÉSAR IZQUIERDO La fuerte personalidad de Jose Mourinho se resume con la máxima que ha regido su trayectoria deportiva y que suele llevar hasta las últimas consecuencias: «El que no está conmigo, está contra mí». En el vestuario de Valdebebas hay ruido de sables. Tras la explosión de mensajes exagerados y críticas acontecidas tras la última derrota contra el Barça, el portugués ha decidido convertir su existencia en una guerra personal contra todos. Mou examina lealtades, sospecha de cualquier corrillo y busca culpables. La gloriosa conversación con Sergio Ramos filtrada desde el vestuario le ha enfurecido. El de Setúbal anda a la caza del chivato. El domingo convocó una reunión en el hotel de concentración con la idea de desenmascarar al topo.

La caza de brujas no ha sentado nada bien en el vestuario. Empeñado en destruir cualquier cosa que tenga que ver con las libertades individuales, los ataques de Mourinho se producen con doblez y cinismo: no señala especialmente a nadie, pero si hace mucho ruido. El portugués desconfía de la lealtad de varios de sus jugadores. A vuela pluma, los primeros en ser marcados como soplones fueron Raúl Albiol, Iker Casillas y Sergio Ramos. Tres jugadores que según Mourinho están bien protegidos por la prensa. Sin embargo, la cuestión trasciende más allá de la pelusa entre el clan de los portugueses y los españoles. Según ha podido saber SUPER, el presunto filtrador es Gonzalo Higuaín. El argentino se ha convertido ahora en el principal sospechoso. La afirmación tiene un matiz: la figura que alimenta los titulares no es directamente el delantero sino una persona de su entorno más cercano. Los rumores sobre cierta tendencia a ventilar los asuntos internos de los vestuarios no son algo nuevo para los allegados de Higuaín. Alguien de su círculo simpatiza con la prensa. Esa querencia se conoce en Argentina porque sucede lo mismo cuando el ´Pipita´ juega con la Albiceleste.

Desafía a una afición que le pita
El entrenador con más poder que se recuerda en el Madrid ha perdido el favor de sus futbolistas. La plantilla combate cada jornada asociada por la posibilidad de arrebatarle la miel liguera al Barça, pero los problemas aireados por la prensa de la capital han confirmado la ruptura.

Sus decisiones acomplejadas y su fórmula de afrontar los partidos ante el equipo de Guardiola han terminado por corromper la relación con los futbolistas. Mou dice y después se contradice, señala culpables, figura de mártir, defiende causas imposibles (como la de Pepe), tiene favoritos y otros mientras actúan de muñecos del pim pam pum. Ese ruido repetido ha ido creando, poco a poco, corrientes de opinión adversas.

La derrota copera ha descubierto la verdadera personalidad del vestuario del Madrid. Cada vez son menos los que ejercen su labor calladamente, los que van y viene por los rieles obedientes. El único que ovaciona a Mourinho regularmente es Florentino, que ha cometido el error de ligar su destino al del portugués.

El pasado septiembre, tras dejarse cinco puntos en tres días, en el Ciutat y en El Sardinero, ya hubo un cónclave. Entonces, el vestuario y la propia figura de Mou salieron fortalecidos. La situación ahora es diferente. Los pesos pesados de la plantilla han decidido que hasta ahí han llegado, que una cosa es defender el escudo, de lo que no son dudosos, y otra, partirse la cara y arrastrar su propia imagen por alguien preocupado exclusivamente por perpetuarse a sí mismo. «No nací madridista. Soy un profesional que trabaja para un club. Fueron ellos quienes me llamaron». Después del partido ante el Athletic, Mou volvió a disparar a quemarropa. Declaraciones así son las que incendian al Bernabéu. Los aficionados le pitaron para hacerle entender que no tiene barra libre, pero la réplica del entrenador fue chulesca y desafiante. Con o sin Liga, incluso con Champions, algo huele a muerto.